Jugando este juego me perdí. La estrategia que puse en alineación, ataque y defensa pasó desapercibida, a pesar que era un secreto a voces mucho antes del partido. Solo me quedan las jugadas fuera de lugar. En los tiempos extra me saqué la roja y cabizbajo ante la mirada del arbitro caminé fuera de la cancha.
Desde la tribuna epítetos y un par de aplausos para volver a la solitaria banca en transición al camerino de la frialdad -y el abandono. Pero todas las cámaras me buscan para responder a las típicas preguntas. Hice lo que el profesor me dijo, y bueno, el resultado es el que cuenta, hicimos los goles pero no fue suficiente. Ya los comentaristas desde la comodidad de sus butacas tienen marcada la opinión, no fui el jugador del partido.
Ni siquiera salí con una lesión que justifique la derrota, para amortiguar la conciencia. Los hinchas abandonan el estadio de este encuentro, no sin antes aliviar los madrazos al viento con mi nombre implícito. Otros pocos, desde sus casas, me darán al menos la razón. Ante los medios una versión, el mismo libreto, a los cercanos la revelación, el otro lado (la camiseta debajo del uniforme esperando el momento de gloria).
Y me repito, bueno el resultado es el que cuenta, pero eso no implica perder la categoría. No, en este partido solo perdí la copa.
Partiendo este partido me perdí.