Y él, arrodillado en su rincón de olvidos, dejaba salir su alma lágrima por lágrima. Lo volvía a hacer luego de mucho tiempo de dejar amontonar las aguas en su interior. De negro por dentro y por fuera, en la oscuridad absoluta.
- Todo va a estar bien,- dijo ella desde su volcán de recuerdos, a kilómetros de distancia. Refugiada en su luz blanca que siempre intentó penetrar las negras cortinas del miedo al pasado. Y ella aún guardaba su ira en otro cajón. Para este momento prefirió vestirse de comprensión. La penúltima mentira blanca. - Sólo entiérrame y todo va a estar bien.
Él prefiere no escuchar, ignorar, alejar de sí el juego. Su compañero de reacciones, junto a él, lo observa, espera el momento adecuado para intercambiar papeles. - ¿Piensas que sería capaz de hacerlo? Prefiero la necedad,- y se crea el camino tibio de una nueva lágrima recorriendo su mejilla.
- No llores que no puedo ni ayudarte.- Ella se convirtió en emisora, en él ángel de la guarda. Y su inmesidad luminosa golpeaba más fuerte contra las barreras del compañero. Su fuerza crece.
- En tres verdades dispongo ante ti mi historia: te amé, te tuve miedo y te dejé volar hacia la luz-. Él lo dijo sin afán de auto justificación. Y en cada nueva lágrima aviva su torbellino de temor, impotencia, negligencia y conmiseración.
- ¡Y es ahora cuando lo dices! Hoy, cuando es pasado y no presente, cuando ya no me puedes hacer florecer con tus presentes-.
- Es mejor así. Así podrás guardar esas dos palabras para el momento adecuado. Mejor que no logro él pasar sobre mí para romper esa burbuja en ti-. El tono de voz del compañero es más frío y cortante, con el típico brillo hipnotizador en sus ojos, un brillo que acaparaba la luz, sumiendo a todo lo cercano en total oscuridad.
- Shhhh! No es contigo-. Fue un susurro leve, más dirigido a sí mismo que a su compañero.
La sorpresa ante la reacción fue inevitable, pero desde su distancia ella no pudo ver quien habló. - ¿Algo más que sí quieras decirme en este momento?
- Prefiero ser el dueño de mi silencio a ser esclavo de mis palabras-. Y con un movimiento de sus brazos, el compañero de reacciones derribó sus barreras negras y de un grosero empujón lo hizo levantar a él, a enfrentarla a ella frente a frente.
En ese momento la luz lo rodeó a él de manera violenta, por cuatro segundos se le hizo imposible reconocer su propia imagen en el espejo colgado frente a él. La luz que ella emanaba lo golpeó en su punto más debil, los ojos, los que ella puso precio.
Con una risa irónica el compañero descubrió la metáfora pertinente para explicar su dualidad. - Es más doloroso adaptarse a la luz cuando se viene de la oscuridad, que adaptarse a la oscuridad cuando se está en la luz-. Obviamente con esta última frase la luz se desvaneció y sus ojos brillaron otra vez.
Él tragó sus últimas lágrimas anticipando el dolor que le provocaría perder sus ojos, pero eso era inevitable, sus ojos le pertenecían a ella. Volvió a su rincón de olvidos, arrodillado en el piso, tras su cortina, sin vista, sin lágimas.
- Se acabó mi tiempo. Ahora soy yo quien prefiere no escuchar, ignorar, alejar de mí el juego. No quiero analizar más tus palabras. Solo cuida esta semilla de girasol que te regalo a cambio de tus ojos-. Ella extendió sus alas y con una última corta mirada de ternura a través de su distancia, voló más allá del cielo amarillo.
El compañero se volteó hacia él. - Ja ja ja... ¿Quién gana?- El tono despectivo y su mirada brillosa fueron la última puñalada permitida.
Una luz blanca empezó a brillar lentamente desde el centro del pecho de él. Se extendió la luz con mayor intensidad y poco tiempo después un halo blanco con reflejos púrpuras empezó a rodearlo de manera sutil. Después y de súbito por las cuencas oculares (ya sin ojos), dos rayos de luz emergieron en dirección a su compañero fulminándolo al momento sin pena ni gloria, dejando caer sus negras cortinas tras él. -Ella gana hoy...
1 comentario:
Sus ojos le pertenecen a ella...girasoles! Nunca he dado flores a nadie...lies
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