sábado, 12 de enero de 2013

THE HOUSE OF HIS LIFE

De repente como una explosión atómica dentro de sí, descubrió que lo que había construido no era similar al plano que nunca dibujó. Analizó cuál era la idea original, cuál era la motivación al empezar la obra, qué quería transmitir. No encontró respuesta y ahora era demasiado tarde como para derrumbar la casa que tenía delante.

Él quería algo sencillo, minimalista y brillante, algo que transmita paz. No podía entender como ese laberinto de ángulos destacados y detalles en tonos grises pudo ser fruto de sus manos. Descubrió que su imaginación nunca compaginaba con su esfuerzo.

E intentó volver a la página en blanco, al momento en que todo surgió en su cabeza... No hubo tal momento, solo una vaga y escueta palabra para ser construida a pasos indecisos. "¿Debí, acaso marcar un objetivo más claro?, se preguntaba a modo de reclamo y excusa.

Recordaba que alguna vez todo fue simple, que alguna vez tuvo la oportunidad de decidir y que la desaprovechó por satisfacer anhelos ajenos o simplemente "para no molestar". Todo eso hizo metástasis en su proyecto convirtiendo en simple sincretismo su gran ideal original. Cada nueva idea, una nueva falla en los grandes murales que se proyectaban de su mente a la realidad.

Y así poco a poco, muros desmesurados, paredes agrietadas, esquinas sinsentido y pisos incompletos se fueron erigiendo alrededor de aquel hombre. Atrapado en su creación. Se había convertido él mismo en parte de su construcción, era un pilar de tan disparatada obra. Y no cualquier pilar, era el centro, el eje, el núcleo. Si quería volver a empezar era ya muy tarde pues todo tendría que desvanecerse sobre sus hombros.

Sin embargo llegó a construir alguno que otro espacio digno de su propia admiración. Sitios públicos y privados, jardines de una belleza incomparable. Lugares que destacaban por ser genuinos productos de la mayor inspiración de un ser humano en medio de parantes oscuros y pasillos retorcidos.

Su obra lo deglutió. Para ese momento en su proceso las lágrimas no eran más que pintura seca que se negaba a adornar las columnas de la casa. Su momento de gloria ya había pasado.

¿Acaso una sonrisa sincera valía más que todo eso? ¿Merecía aquel ingenuo constructor una nueva oportunidad?

(No pudo ni tragar saliva después de tal epifanía macabra)

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