miércoles, 1 de abril de 2009

UNTRUE MEMORY

Aun pasea en mi mente ese recuerdo que no existió. Ese deseo sin proyección al mundo real. Como una estatua sin sombra o un deseo de hacer lo que sabes que nunca lograrás hacer. Ese anhelo de tenerte cerca, sentir que mi corazón tiene derecho a latir fuera de ritmo. Y puedo imaginarlo todo al mismo estilo que tu hubieras pintado, con tus colores y tus preferencias. Puedo relatarlo pero no te puedo describir concretamente a ti...

De repente desaparece tu rostro y solo queda un espacio en blanco en mi recuerdo inexistente. Aún escucho tu voz y tus frases tan propias tuyas y me avergüenzo de ser quien fui. Un círculo perfecto en azul adorna tu cielo, combinando con el brillo que desprende tu piel, ignorando el humo. Me acoges y me dejas entrar sin retenerme, cumplimos un sueño postergado y descansas en inmensa tranquilidad, irreal. Despiertas y te transformas, ha pasado demasiado tiempo clavado en ese sueño.

Tu rostro vuelve a aparecer, distinto pero esencialmente igual, con otras frases y otros gestos. Me congelas para no moverme, sin querer deslizarme más allá, sin ahogarme en este charco. Abrazas un hilo de mi alma para sentirme vivo, para hacerme acuerdo que debo respirar. Sin quererlo me animas a atarme a ti, me siento compatible con tu sinceridad y espontaneidad y se me hace irresistible enjaular el momento dentro de un vaso de cristal para usarlo en caso de emergencia. Te miro sin buscar nada, solo perderme en una sonrisa casual. Tomar de tu mano y elevarme de tu lado. Saltar a una dimensión donde el tiempo no es sinónimo de olvido. Me siento imposible. Y volamos sobre los volcanes. Vuelves tu mirada hacia mí, y es otra vez ese color blanco sin información que me infunde terror, desapareces nuevamente. Caigo en medio de la ciudad de cielo amarillo.

Herido, desnudo y sin valor despierto. Una explosión encima de las nubes pretende decirme subliminalmente que no volverás. Me levanto y el orgullo de mis heridas me fortalece. Paseo vagabundo recordando frases que no son tuyas pero me transportan a sentir el frío de tus manos tapando mi boca. Te llamo por primera vez, con voz sutil como si fueras a aparecer de la nada para darme fuerzas. No estás. Te llamo por segunda vez con fuerza, con la desesperada necesidad de ahogo. No eres. Te llamo una tercera vez con miedo de creer la realidad. No existes. El desolamiento se apodera de mí, pero llevo conmigo mi vaso de cristal, mi placebo.

Camino en círculos discordantes por entre los grises edificios, entrando y saliendo de mi guarida. Sigo cualquier rastro de ti, cualquier indicio que me lleve hacia ti, mas nunca sé de ti. Y empiezo a perder la fe en tu recuerdo. ¿Qué si no exististe y fuiste solo una estrella fugaz? En deseperación descuidé el cristal que te contiene. No es el mismo, está demasiado oscuro por dentro, lo intento limpiar y cae... ¡Descubro que no es irrompible! En el interior solo encuentro una tarjeta con una nota escrita con mi propio puño y letra. Leo mil veces el mensaje y no es más que una ironía cósmica. "Nada es para siempre"

Y solo me queda seguir, anhelando no volar.

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