Algo pasó, alguna combinación de palabras (o de silencios), juegos de apariencias y apariciones, pero perdí mi presencia corpórea. Me he tranfromado en algo etéreo, "incoloro, insaboro e inoloro", transparente, insípido y sin escencia. Me he vuelto un fantasma. Una presencia del más allá que pretende recoger sus pasos en la tierra. Un ser sin vida pero con fecha de caducidad. Pasan los días y me siento más del otro lado.
Luego de haber trepado la muralla hacia la felicidad, mi ser liviano cae en picada al piso, empujado por un leve viento, algo así como un suspiro, el aire que dejas salir en un monosílabo. Caigo pero no siento nada. Y la respuesta a cada pregunta es un no que suena más real cada vez que lo dices.
Soy gris de nuevo, monocromático y sin chispa. Con el fuego interior volviéndose humo nada más. El arco iris pronto tendrá solo seis colores; y aunque esperaba estar ahí en uno de sus extremos para recoger las sobras, el horizonte es más lejano y mis callosos pies no mantienen el ritmo.
Con un manto púrpura cubrirás mis huesos. Será el eterno recordatorio de lo que nunca pude dar o lo que nunca creíste poder recibir. Siempre en eterna transformación. Creí ser mejor pero solo seré ese fantasma que cae ante tí pero solo ves através de él. Dime si aún hay tiempo de dejar una última huella. El muñeco hoy soy yo...
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